Contando ya con una serie de herramientas y métricas basadas en una perspectiva de Complejidad Económica, nos disponemos a armar una propuesta concreta de Crecimiento Verde para la Argentina.
Pero no se trata únicamente de brindar una lista de 30 productos que pueden aportar significativamente a un desarrollo sostenible e inclusivo. También creemos valioso compartir el proceso de pensamiento, el paso a paso. Explicar cómo aplicamos las herramientas con las que contamos para este diseño e, inclusive, poner a disposición versiones web navegables de esas herramientas (junto con los sets de datos), de manera que tomadores y tomadoras de decisiones puedan usarlas y crear sus propias propuestas.
Nos encontramos en condiciones de compartir la que es, probablemente, la figura más importante de nuestro trabajo: el Espacio de Producto Verde.
Tenemos entonces el mapa completo en forma de Espacio de Producto Verde y conocemos la complejidad de cada producto (su Índice de Complejidad de Producto - ICP), así como la situación inicial de la Argentina con sus indicadores de Índice de Complejidad Económica (ICE), Índice de Complejidad Verde (ICV), Perspectiva de Complejidad (PCF) y Perspectiva de Complejidad Verde (PCV). Incluso tenemos hasta la distancia que existe entre los productos actuales y los que podríamos producir, así como la complejidad potencial que se obtendría al desarrollar estos productos.
Entendemos el territorio y su topografía en una visión panorámica completa. Nos queda por delante identificar exactamente cómo queremos habitar el Espacio de Producto Verde. Es momento de decidir hacia qué productos queremos dirigir nuestros esfuerzos.
Armar un plan
El próximo paso es definir los criterios que priorizamos para construir esa propuesta de crecimiento.
En nuestro caso, elegimos tres criterios que combinan formas diferentes y complementarias de abordar un desafío de estas características. Pero, como ya dijimos, buscamos compartir la herramienta por sobre su uso particular. Esto implica hacer énfasis en que estos criterios están lejos de ser únicos: es una de las ventajas de aplicar una perspectiva de complejidad.
Como vimos en la Parte 2, las estrategias generales de búsqueda de la complejidad pueden ser radicalmente diferentes dependiendo de cómo cada país habite en la actualidad el Espacio de Producto Verde.
El diseño de nuestra cartera va a priorizar:
- Maximizar la complejidad, presente y futura, entre los productos cercanos.
- Identificar productos verdes de alta complejidad que tengan VCR debajo de 1 pero cercano.
- Revisitar aquellos Productos Verdes Complejos en los que la Argentina tenía un VCR mayor a 1 durante el período 2011-2018.
Maximizar la complejidad de lo cercano
Esta primera aproximación permite identificar productos verdes cuya cercanía a la estructura productiva actual (su densidad) se encuentra por encima de la media actual del universo de productos verdes.
Este recorte asegura elegir los productos más complejos y, al mismo tiempo, de desarrollo potencialmente viable en el corto o mediano plazo. Dado que en muchas ocasiones el ranking de complejidad (ICP) y de Perspectiva de Complejidad Futura (PCF) coinciden, aplicar este criterio nos proporcionó 13 productos recomendados.
Identificar productos verdes complejos para hacerlos más competitivos
Partir de la base de que solo vamos a identificar como relevantes los productos que ya exportamos competitivamente nos deja un hueco: ¿nos vamos a perder la posibilidad de fomentar la fabricación de productos verdes complejos únicamente porque todavía no los generamos de manera competitiva?
Con el objetivo de identificarlos, empezamos viendo todos los productos para los cuales Argentina no muestra una ventaja competitiva, y los ordenamos por su complejidad futura.
Este segundo criterio no se enfoca primariamente en ponderar los productos de acuerdo con su cercanía en el Espacio de Producto, sino que se orienta primero por identificar y entender la capacidad productiva presente (mirando el VCR) y luego vislumbrar cuánto aportaría su desarrollo competitivo a una mayor perspectiva de complejidad futura (evaluando la PCF).
Revisitar fortalezas del pasado
Por último, el tercer criterio que elegimos nos llevó a identificar aquellos productos verdes donde Argentina contaba con Ventajas Comparativas Reveladas en 2011 —pico máximo de exportaciones verdes de Argentina— pero que perdieron dicho estatus en 2018.
Elegir este camino se basa en la convicción de que haber exportado competitivamente en aquel momento es evidencia de haber contado con el know how y la articulación necesaria para hacerlo. Recuperarla muy probablemente implique un esfuerzo menor que desarrollarla desde cero.
Este subespacio estaba conformado por 13 productos, de los cuales solamente 8 tenían índices de complejidad por encima de la media, así que nos concentramos en ellos, dado que el objetivo último es el aumento de la complejidad total de nuestra matriz productiva.
30 productos para un futuro posible
Aplicando estos tres criterios logramos una lista de 30 productos verdes que maximizan el desarrollo presente y futuro, y al mismo tiempo están razonablemente cerca de la matriz productiva actual. Algunos ejemplos de esta lista dejan en claro las distintas trayectorias que podría seguir el país.
Entre los productos identificados por cercanía y complejidad aparecen, por ejemplo, partes de centrifugadoras y secadoras centrífugas utilizadas para el mantenimiento y reparación de equipos que eliminan el petróleo derramado en las superficies. Este producto está asociado a un Índice de Complejidad de 1.59 y, actualmente, Suecia es el principal exportador mundial. El producto ha sido seleccionado por pertenecer al 50% de los productos más próximos a la estructura actual y tener mayor ICP. Otro ejemplo seleccionado por el mismo criterio es el de las máquinas para limpiar y secar botellas, donde nuevamente Suecia se destaca como principal exportador mundial y el Índice de Complejidad es 1.12 (muy alto, si recordamos que Argentina tiene un Índice de -0.4 promedio entre sus exportaciones con VCR>1).
Otro hallazgo interesante fue que, buscando productos con VCR elevadas aunque menores a 1 y altos valores de perspectiva de complejidad futura (PCF), identificamos, por ejemplo, embragues y acoplamientos de eje que se utilizan para el montaje, reparación y mantenimientos de sistemas de energía eólica. También descubrimos la posibilidad exportadora de bombas de vacío utilizadas para la desulfuración de los gases de combustión, un producto cuyos principales exportadores son Italia y República Checa, y sus índices de ICP son 1.87 y 1.7, respectivamente (de nuevo, muy por encima de la actual media argentina).
Por último, identificamos también productos relacionados a las energías renovables. Este es, por ejemplo, el caso de dos productos en los cuales Argentina tenía ventajas comparativas reveladas en 2011, pero las perdió hacia 2018: generadores de corriente alterna —utilizados para la generación de electricidad en plantas de energía renovable— y partes de turbinas hidráulicas —energía limpia que no produce gases de efectos invernadero—. Sus principales exportadores en la actualidad, en este caso, son Líbano y Eslovenia.
En definitiva, se observa que los 3 criterios sirven para seleccionar una amplia gama de productos y abren la posibilidad de competir en el mundo verde en nichos no tradicionales.
Una de las cosas que nos resultó más llamativa al estudiar esta lista fue que muchos de los productos verdes interesantes por su cercanía, complejidad y posibilidad de inserción internacional no forman parte de la conversación tradicional en Argentina.
Esto probablemente tenga que ver con que, en nuestra clasificación, verde no significa únicamente energía solar, eólica o electromovilidad, sino que incluye, además, maquinarias y partes de maquinarias que se utilizan para el tratado de aguas cloacales, derrames de petróleo o incluso los instrumentos para medir o detectar radiaciones ionizantes o emisiones de gases y contaminantes aéreos. Este hecho abre el juego no solo para pensar de forma estratégica en qué nichos Argentina puede especializarse y ser competitiva, sino también para, gracias al análisis de datos, identificar oportunidades ausentes en las expectativas y narrativas habituales (incluso en las narrativas verdes).
Queremos enfatizar nuevamente que estos criterios de selección de productos deben considerarse un insumo para la toma de decisiones, no una recomendación taxativa y final. No los entendemos como una condición suficiente para justificar una política productiva, sino como una herramienta (una muy potente) que ofrece un primer recorte para delimitar el universo de productos posibles.
Para definir una política productiva será necesario preguntarse: ¿por qué tal o cual producto se encuentra en ese estadío de desarrollo y no en uno más avanzado? ¿Existen fallas de mercado o sistémicas que requieran la intervención estatal? ¿Cuál es la mejor forma de remover dicha falla? ¿Cuál es el costo-beneficio esperado? ¿Tiene el Estado la capacidad necesaria para resolver la falla? ¿Cuáles serán los mecanismos de evaluación y monitoreo para medir los resultados de la política productiva, y para adaptarla si fuera necesario?
De la misma forma, la disponibilidad de recursos escasos para impulsar políticas de desarrollo productivo en el corto plazo y sobre un grupo tan heterogéneo de productos y sectores plantea el dilema de tener que ordenarlos de acuerdo con algún tipo de priorización. En este sentido, será fundamental tener en cuenta las características propias de estos sectores tanto como su capacidad para generar empleo, su potencial volumen exportador, su impacto ambiental o la capacidad institucional del sector privado para trabajar en una agenda, sobre todo si se busca construir una política eficiente y en sintonía con prioridades económicas, sociales y ambientales.
Por último, los criterios aquí utilizados son productivos y no tienen en cuenta el grado de aporte a la sostenibilidad ambiental que se utilizan. En este sentido, cambiar la matriz energética todavía puede ser indispensable desde un punto de vista ecológico.
Pero todavía podemos hacer más con el Espacio de Producto Verde: observar ya no productos individuales y sus conexiones, sino tratar de identificar agrupamientos (clusters).
Esta mirada nos permite desarrollar una perspectiva más general sobre el Espacio de Producto Verde. Así, podemos ya no pensar solamente en productos individuales sino en regiones completas del Espacio de Producto Verde hacia las cuales enfocar los esfuerzos.
Como ya dijimos, si bien creemos en esta propuesta, el principal objetivo de este trabajo es disponibilizar la perspectiva de complejidad y las herramientas que desarrollamos. Es así que, como último aporte a la conversación, construimos una versión navegable del Espacio de Producto Verde, con distintas opciones de cartera e, incluso, la posibilidad de descargar los datos.
Con esto, esperamos brindar herramientas que permitan a tomadores y tomadoras de decisiones relacionarse de manera intuitiva y flexible con esta perspectiva.